-¿Qué más? –me preguntó-.¿Sabes algo más?
Oh, sí. Para ella siempre sabría algo más.
-¿Sabías que la primera vez que enseñaron a hablar a una chimpancé mintió? Cuando le preguntaron quien se lo había hecho en la mesa de trabajo dió por señas el nombre del limpiador. Y cuando la presionaron dijo que lo sentía mucho, que en realidad había sido el director del proyecto. Pero ella era madre, de modo que imagino que tendría sus razones.
-Oh, eso está bien –asintió-. Una parábola.
-Hay más anécdotas sobre esa chimpamcé –le dije-. Pero te romperían el corazón.
-No, gracias –y se rasca la mascarilla.
De “En el cementerio donde está enterrado Al Jolson.” Amy Hempel.
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